Para poder comprender el flujo de las tendencias actuales, que cambian constantemente tanto en cuestión de moda como en maquillaje profesional, es imprescindible echar un vistazo a la evolución que estos conceptos han sufrido a lo largo de la historia.
Tanto mujeres como hombres han empleado cosméticos desde hace siglos, aunque los estilos han ido asumiendo algún que otro dramático cambio en el tiempo, hasta llegar a posicionar el maquillaje profesional como uno de los aspectos más relevantes de la belleza actual.
Un maquillaje ancestral
El primer registro histórico de maquillaje data de la primera dinastía de Egipto, 3100-2907 a.C. Las mujeres de Egipto maquillaban sus ojos aplicando un color verde oscuro en el párpado móvil y un ennegrecimiento las pestañas y el párpado superior con kohl, hecho a base de antimonio, un elemento metálico, u hollín.
Durante la Edad Media europea, la piel pálida era una de las señas distintivas de la riqueza. Las mujeres del siglo VI buscaron medidas drásticas para lograr ese aspecto, destacando el rojo intenso de las mejillas.
Muchos siglos después, en el XIII, las damas acomodadas empezaron a poner de moda el uso del lápiz labial de color rosa, uno de los primeros vestigios del maquillaje como producto, con el fin de demostrar que podían permitirse el maquillaje sintético.
En el siglo XIX, los victorianos aborrecían el maquillaje, asociando su uso a prostitutas y mujeres de mala vida. Cualquier indicio visible de manipulación del color natural era despreciado.
En ese momento, una mujer respetable sólo usaba mascarillas preparadas en casa, la mayoría de ellas, preparadas con avena, miel y yema de huevo. Para la limpieza se utilizaba agua de rosas o vinagres aromatizados.
Además, era común el uso de aceite de ricino en las pestañas, y polvo de arroz para empolvar la nariz y pulir las uñas con brillo. Sin embargo, no se utilizaba lápiz labial, aunque sí un gel incoloro que se aplicaba para obtener brillo.
El maquillaje del siglo XX
La evolución real del maquillaje, como se concibe actualmente, comenzó durante la década de 1910. En aquel momento, las mujeres hicieron su propia máscara de pestañas añadiendo perlas de cera caliente en las puntas de sus pestañas. Algunas, incluso, utilizaban vaselina para este propósito.
Más adelante, la publicación Vogue promocionó en Occidente un estilo de maquillaje turco, que consistía en emplear henna para delinear los ojos. Una técnica que revolucionó la industria del cine y, con ello, las calles.
Sin embargo, el aspecto victoriano se mantuvo en la moda hasta la comercialización del maquillaje, en la década de 1920.
La mujer emancipada de América comenzó a mostrar su independencia a través del libre uso de lápiz labial rojo, que a menudo era perfumado con aromas de cereza.
Durante esta década, se popularizó el brillo de labios, se desarrollaron nuevos tonos de labial rojo y apareció en escena el primer rizador de pestañas.
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En 1930, y sobre todo en 1950, varias estrellas de cine se convirtieron en modelos de las tendencias de maquillaje. La década de los 50 se ha consagrado como la época de mayor ostentación y glamur de Hollywood.
Aunque el lápiz labial rojo seguía siendo popular, el énfasis del maquillaje volvió de nuevo a centrarse en los ojos. Las mujeres lograron una mirada profunda marcando sus ojos con delineador negro, alargando el delineado hasta adoptar una imagen felina.
La mirada de ojo de gato de la década de los 50 desapareció con la llegada de 1960, poniendo de nuevo el énfasis en las pestañas.
Las pestañas postizas y las máscaras negras se convirtieron en complemento indispensable del maquillaje, inspirándose en el estilo de los años 20. Atrás quedó el look femme fatale de los años anteriores, pasando a otro más infantil, con los labios claros, casi pálidos, para remarcar más los ojos.
La década de 1970 se centró, sin embargo, en el ideal de un aspecto natural, sin artificios. El movimiento hippie de los 60 fue un elemento clave en la tendencia de este tipo de belleza.
No obstante, este prototipo cambió radicalmente en 1980, pasando a un estilo atrevido, brillante y muy marcado. Ojos excesivamente maquillados, con sombras llamativas y delineador de ojos de colores, junto a pómulos muy resaltados y labios en tonos oscuros.
Desde entonces, las tendencias en maquillaje han ido cambiando. La entrada del siglo XXI revolucionó el concepto de los cosméticos, y la belleza de la mujer se colocó en el centro de atención de todas las miradas, generando un sinfín de productos de maquillaje destinados a lucir y resaltar la feminidad.
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