Anabel Caballero es, por definición, una auténtica profesional. Docente de Cazcarra Image School y maquilladora profesional de TEN IMAGE, define el maquillaje como “una forma de expresión, en todos los terrenos en los que es aplicable.”
Apasionada de la imagen desde muy pequeña, Anabel se adentró en el mundo del maquillaje con tan sólo 15 años, y desde entonces no ha dejado de formarse y renovar sus conocimientos en los diferentes sectores de la profesión.
Kevyn Aucoin, Pat McGrath o Gaudí son algunos de sus referentes artísticos, de los que ha bebido desde sus inicios para hacer de cada uno de sus trabajos auténticas obras de arte efímero.
Ha sido maquilladora en eventos de renombre como la Gala de los Premios Gaudí o los Mundiales de Natación Sincronizada, y personalidades de la talla de Alexandra Jiménez, Manel Fuentes, Carlos Latre y Àngel Llàcer, entre otros, han pasado por sus manos.
Unas manos que cuentan ya con más de una década de experiencias y éxitos que, hoy, Anabel Caballero, ha querido compartir con nosotros. Sus comienzos, las anécdotas más divertidas y algunos trucos de maquillaje. Un recorrido por su amplia trayectoria profesional que nos abre las puertas del apasionante mundo del maquillaje y que nos acerca a las vivencias de una experta en la materia.
Ten Image: ¿Cómo definirías el maquillaje?
Anabel Caballero: El maquillaje, para mí, es una forma de expresión, en todos los terrenos en los que es aplicable.
Anabel Caballero durante el Saló de l’Ensenyament 2015
En un maquillaje de belleza, dónde las pretensiones distan mucho de las de un maquillaje artístico, al fin y al cabo, plasmas color, juegas con texturas, pudiendo crear contrastes o no. Y todo ello, siempre, transmite sensaciones, plasmadas por el maquillador, vividas por la persona que luce el trabajo y, a la vez, en la persona que lo ve.
TI: ¿Cómo fueron tus primeros pasos en el mundo profesional?
AC: Ya de pequeña jugaba con una polvera perfumada que tenía mi madre en su tocador, y allí, frente al espejo, podía pasarme las horas investigando y probando todo lo que ella guardaba en su neceser (se lo cogía a escondidas, claro).
Tengo un recuerdo entrañable también de Esperanza, esteticista de profesión y madre de una amiga de la infancia, quien, para culminar la celebración de cumpleaños de su hija, todos los años, nos sentaba a todas en aquel sillón gris, una a una, para darnos un toque de color, algo que no a todas encandilaba como a mí. Yo siempre me quedaba esperando, sentada a su lado, para ser la última y así, mientras tanto, observaba lo que hacía. Yo sentía adoración por ella: todos sus productos cosméticos, pinceles, etc. El cumpleaños de Teresa, su hija, era para mí el más esperado del año, sin importarme en absoluto el sabor de la tarta, y confieso que soy muy golosa.
Echando la vista atrás, casi me atrevería a decir que ha sido algo vocacional. Aun así, no seguí un camino directo hacia el mundo del maquillaje profesional.
Anabel Caballero culmina un maquillaje integral de fantasía
Antes de ponerme con el tema hice varias paradas de formación en ámbitos que, quizá, desde fuera, se ven muy dispares y que, realmente, me han sido muy útiles y prácticos.
A los 10 años estudiaba costura en un taller, en horario extra escolar. Ese taller era apasionante, siempre envuelta del color de las telas, tejidos de todo tipo, el ruido de las máquinas de coser, que por aquel entonces eran las tradicionales de pedal y teníamos unas mesas enormes (Risas). Todavía recuerdo el mimo con el que me trataban tanto Elisenda, la profesora, como las señoras del taller, ya que yo era “la peque” y les resultaba curioso que, a esa edad, me pudiera interesar todo aquello.
Ya con 15 años quise probar con el patronaje, algo que con el tiempo me pareció un poco aburrido, pese al empeño de Mari, costurera y patronista, y pese a la enorme relación que yo encontraba con el dibujo técnico, y eso sí me encantaba.
A los 15 años empecé a hacer los primeros “pinitos” con el maquillaje, de aquí para allá, autodidacta hasta entonces, y aprovechando las vacaciones escolares para hacer todo tipo de cursos de maquillaje, dentro de lo que estaba a mi alcance. Algo que tengo que agradecer enormemente a mis padres, ya que lo típico entre los chicos de mi edad hubiese sido hacer cursos de mecanografía, informática… ¡Vaya, poco habitual! (Risas)
Seguí los estudios hasta finalizar Bachillerato y, después de un tiempo dedicada de lleno al mundo laboral, decidí retomar mi formación. Me formé como asesora de imagen personal, un terreno apasionante.
Anabel Caballero empleando la técnica de la aerografía
Pero fue un poco más tarde cuando decidí formarme, a nivel profesional, en el terreno del maquillaje, abarcando todas sus vertientes: belleza, moda, caracterización, espectáculo, artístico. Algo que, por supuesto, en estos ya casi 10 años en Cazcarra, no ha frenado mi inquietud en seguir formándome, dejarme atrapar por la técnica de la aerografía, y, por supuesto, enriquecer la experiencia.
TI: ¿Recuerdas alguna anécdota de tus primeros trabajos?
AC: Algo curioso, y que no olvidaré nunca, fue la primera vez que tuve que maquillar a un hombre calvo. Con aquella inocencia y falta de tablas que me acompañaba, me cuestioné tantas cosas en cuestión de un segundo, delante de él. ¿Le aplico la misma base que en el rostro?, ¿en qué punto difumino la base?, ¿le mantengo el tono?, ¿se lo subo?, ¿matizo la calva con borla?, ¿o mejor con brocha, que es más suave? (Risas).
A todo esto, yo mantuve la compostura, con la sonrisa puesta, y sin alterarme. Salí airosa de la situación pero, ¡qué momento! Mi sensación era la de estar reiterándole su ausencia de pelo, una y otra vez, cada vez que maquillaba en la zona. En mi cabeza sonaba: ‘Es calvo, es calvo, es calvo’.
A día de hoy, aún lo comparto con mis alumnos anecdóticamente porque, como les digo: “Este punto no lo busquéis en el índice de ningún libro, no aparece”.
TI: Personalmente, de entre todas las áreas de especialización en maquillaje, como el maquillaje social, la caracterización, la fantasía o el cine y la televisión, ¿cuáles destacarías?, ¿por qué?
AC: En cada área puedo disfrutar de aspectos diferentes, pero tengo que reconocer que el maquillaje de belleza, el maquillaje para moda y la fantasía es lo que más me apasiona.
Por un lado, el maquillaje de belleza me permite jugar con el visagismo, algo que me encanta, con las armonías naturales y, cuando es preciso, con la técnica de countouring. Con una buena técnica consigues potenciar de cada quién lo mejor. Pero si hay algo, dentro del terreno del maquillaje social, que destacaría especialmente es esa parcela dedicada al mundo de las novias. Un contexto muy extenso y en el que, como maquiladora profesional, siento que puedo dar lo mejor de mí, complementándolo de una visión diferente, desde el prisma de la asesoría de imagen personal.
Anabel Caballero en una demostración en el Congreso Nacional de Grupo Cazcarra 2014
Por otro lado, el maquillaje de moda, además de aceptar estridencias, texturas y complementos que, en un maquillaje de belleza no tendrían cabida, siempre gira entorno a un concepto y, por ello, me resulta muy interesante. El maquillaje es el resultado visible de un buen desglose de la idea, buscando inspiraciones varias, reflejando colores y texturas que hablen en un mismo lenguaje, junto al estilismo global.
Anabel Caballero aplicando detalles de pedrería en un maquillaje de fantasía
En cambio, el maquillaje de fantasía, ya sea facial o corporal, es una vertiente mucho más artística, donde la cromática, los trazos, los brillos y los complementos se tornan envueltos de una magia singular donde el maquillador profesional culmina todo su potencial. Cuando maquillo un artístico facial, o bien un bodypaint, siempre valoro que el lienzo se vuelva muy especial.
TI: A lo largo de tu trayectoria profesional, ¿cuál dirías que ha sido tu trabajo más importante?
AC: De entre los trabajos más importantes en mi trayectoria profesional, cronológicamente, podría destacar la organización y realización de maquillajes para la Cabalgata de Reyes de Barcelona (desde 2007), la ya habitual participación en la Gala de los Premios Gaudí (desde 2013), los Mundiales de Natación Sincronizada (2014), etc.
Anabel Caballero en el backstage de los Mundiales de Natación Sincronizada
Éstos, sin duda, puedan ser los trabajos de mayor relevancia y envergadura, aunque, como docente en la escuela, y formadora de profesionales a nivel nacional, debo reconocer que es ése el trabajo más importante para mí. En las aulas puedo transmitir todo lo que sé y, a su vez, compartir mi experiencia con quienes persiguen el mismo sueño que yo. ¡Es muy gratificante!
TI: Y de entre las muchas personalidades a las que has maquillado, ¿con cuál te quedas?
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AC: ¡No podría quedarme sólo con una! Pero sí, de cada una puedo destacar con lo que me quedo. De Lucrecia, su humildad y sencillez; de Chenoa, su piel; de Soraya, su naturalidad, su simpatía y amabilidad.
Anabel Caballero maquillando a Àngel Llàcer en los Premios Gaudí 2015
De Mario Vaquerizo, su cercanía y lo divertido que es, también detrás de las cámaras. De Alexandra Jiménez, su confianza y dejarme hacer. De Manel Fuentes, su rigurosidad, y de Carlos Latre, su profesionalidad y discreción. De Àngel Llàcer, su sentido del humor, y de Berto, su camuflada timidez. De Manuel Carrasco… ¡me quedo con todo! (Risas).
TI: ¿Podrías resumir la evolución del maquillaje en la última década?
AC: Fue hasta los años 90’ cuando las corrientes de moda estuvieron claramente definidas. Si hago una breve retrospectiva, en los 80’, el maquillaje era extremado, con colores intensos desdibujando la mirada, y labios rotundos, tanto en color como en sus formas angulosas.
¿Quién no recuerda a Alaska en La bola de cristal, a Madonna en sus espectáculos, a la cantante Cindy Lauper, con un look muy divertido y desenfadado? Yo las recuerdo, por supuesto, junto a mi película favorita por aquel entonces, Flashdance, que empezaba con el What a feeling, interpretado por Irene Cara (tararea la canción entre risas). Y la serie que sólo algunos recordarán, Fama (¡Me encantaba!)
A partir de los 90’ es complicado definir un estilo de maquillaje concreto. A grandes rasgos, había una inmensa variedad de looks que convivían paralelamente. Creo que, a partir de esa década, pese a que la moda es cíclica y van apareciendo tendencias inspiradas en épocas pasadas, se ha mantenido bastante. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, hasta la actualidad, el maquillaje ha derivado en una búsqueda hacia lo natural, pretendiendo destacar los rasgos de cada uno, sin forzar el look de la persona.
TI: ¿Cuáles son las tendencias de maquillaje que marcarán la próxima temporada?
AC: Tanto en primavera como en verano, la cromática que nos rodea se vuelve más viva y fresca. Las plantas florecen, la luz se vuelve mucho más cálida, el sol, la playa, etc. Todo el entorno invita a lucir colores y texturas que, quizás, apartamos el resto del año. Esto se refleja en el look global de todos: los colores que buscamos en la indumentaria, los tejidos que escogemos al vestir y, como no puede ser de otra manera, también en el maquillaje.
La tendencia en esta temporada P-V 2106 pretende seguir un look muy mediterráneo, a la par que minimalista, pero traído a la actualidad. Una versión muy colorista, desenfadada y, a la vez, atrevida, sofisticada y elegante.
La inspiración surge de elementos que tenemos muy presentes en todo el Mediterráneo: la combinación de azul y blanco de las casas de costa, el propio color del mar, etc., combinándolo con la simplicidad del estilo minimalista. En cuanto a colores, todos comparten una misma esencia, pero, obviamente, varían dependiendo del juego que permiten en el rostro.
Para la piel del rostro, la propuesta son tonos terrosos que aporten un acabado bronceado en la piel. En la mirada, la tendencia gira entorno a colores muy mediterráneos, el azul y el turquesa, buscando ser el centro de atención, ofreciendo una mirada totalmente viva y enérgica. En cambio, los labios lucen en color buganvilla, más natural y discreto, con un acabado rosado y jugoso.
En líneas generales, puedo decir que el punto fuerte se centra en la mirada, de una cromática intensa, labios naturales y piel bronceada, con un toque de jugosidad, también. Un look apetecible, fácil de llevar y, sobre todo, para mí lo más importante, capaz de adaptarse al estilo propio de cada uno.
TI: A la hora de maquillar un rostro, ¿cuáles son los factores a tener en cuenta?
AC: Muchas veces se cree que para ofrecer un maquillaje de belleza óptimo, a cada persona, hay que potenciar lo mejor: corregir el óvalo, potenciar ciertos rasgos, intensificar la mirada o los labios. Es algo que, en su justa medida, puede estar bien.
Anabel Caballero maquillando a Mireia Belmonte para Nike
La experiencia me dice que, a través del maquillaje, hago mucho más que eso. Analizo, corrijo, adapto, tanto los productos que elijo como la cromática que escojo, la intensidad que establezco, la textura con la que trabajo, etc. Sería una lista muy extensa. Al fin y al cabo, personalizo cada maquillaje, siendo la parte más complicada, puesto que no está escrito en ningún libro, y sólo la experiencia te enriquece a ese nivel.
TI: ¿Qué tipo de técnicas y productos utilizarías para maquillar un rostro de armonía fría? Es decir, una chica rubia y de piel clara.
AC: Según define la clasificación de armonías naturales, para una persona de armonía fría, pretendiendo un maquillaje natural, me centraría en los tonos clasificados como tal dentro del círculo cromático. Es decir, los fríos: azul, verde, rosa, violeta, etc.
Por el contrario, para lograr un maquillaje de contraste, incorporaría algún tono cálido, pudiendo ser: dorado, cobre, marrón, etc. Todo depende del efecto que busque en el maquillaje, armonizándolo, sobre todo, personalizándolo según su estilo, y valorando cómo potenciar al máximo su belleza. Esta técnica es aplicable tanto para la elección del labial como la composición cromática para un sombreado de ojos.
TI: ¿Y para maquillar un rostro de armonía cálida?
AC: Para una persona de armonía cálida recomendaría tonos terrosos para la mirada, y rojizos para el labio. En cambio, si optase por aportar un punto de contraste, intensificaría la mirada con un tono frío.
TI: De entre todos los productos de maquillaje existentes, ¿cuál crees que es el producto más importante para conseguir un look perfecto?
AC: Si tengo que elegir tan sólo un producto… ¡esto no es fácil! Me quedo con la máscara de pestañas. Con tan sólo potenciar las pestañas, la mirada gana muchísima expresión y, a su vez, realza y potencia la intensidad natural del color del iris.
¡Os confieso que soy adicta a la Máscara de pestañas 3D VolumeXpression!
Y… (Sonríe) en lugar de quedarme sólo con un producto, ¿puedo quedarme con dos?
Otro imprescindible para mí es el rubor rosa. Si es el Mineral Blusher, mejor que mejor. Da un toque muy fresco, alegre y jovial al rostro. Además, me fascinan los productos minerales, y éste deja un acabado satinado discreto, muy favorecedor para cualquier momento del día.
TI: En tu día a día, ¿cuáles son los productos imprescindibles en tu neceser?
AC: En mi neceser nunca pueden faltar el Lighting Up Concealer, el polvo compacto Wet&Dry, la Máscara de pestañas 3D VolumeXpression, el rubor rosado Mineral Blusher y un labial Luxury de color intenso. Soy muy práctica en mi maquillaje diario.
Aunque desvelaré mi secreto mejor guardado… ¡ssssshhhhh! En el neceser siempre llevo la barra labial Luxury roja, pero, además, procuro tener una en cada bolso, así siempre me acompaña allá donde vaya.
TI: Y profesionalmente, ¿cuáles son los productos que más utilizas?
AC: En maquillajes de belleza, moda y medios audiovisuales, particularmente, me gusta trabajar con productos de alta definición (productos HD), tanto en la preparación del rostro como en correctores, base de maquillaje, sombras, rubor y labial. Este tipo de productos me garantizan la tranquilidad suficiente como para saber que el maquillaje permanecerá intacto. Además, las texturas se sienten muy agradables al trabajarlos, y también para quien las luce en su maquillaje.
Anabel Caballero durante los preparativos de la Gala de los Premios Gaudí 2015
En cambio, para maquillajes artísticos, ya sea un fantasía facial o un bodypaint, tengo predilección por la aerografía. Puedo conseguir una intensidad de color fantástica y, además, los difuminados y los degradados de color. ¡Son espectaculares!
TI: ¿Podrías proponernos un look de ojos para una cena informal?
AC: Si se trata de una cena informal propondría un maquillaje de ojos ahumado, desestructurado. Quizá en un color brownie, ya que es, para mí, una apuesta segura: elegante a la par que jovial, y no demasiado estridente.
Aportaría puntos de luz en el arco subciliar y en el lagrimal, para avivar un poco la mirada, con una sombra satinada y con fondo de color rosado o dorado, dependiendo del caso. Las sombras minerales van fenomenales para conseguir este tipo de looks. Además, para las más atrevidas, trabajando las sombras en húmedo, se incrementa la intensidad del color y el acabado satinado.
Ya, en función del tipo de ojo, podría potenciar la línea de pestaña con un eyeliner, tampoco estructurado, sino muy difuminado y que funda con las sombras.
Eso sí, para culminar el trabajo, aplicaría una máscara de pestañas negra que aporte intensidad a la mirada y volumen y longitud a la pestaña.
TI: ¿Y para una comida de empresa?
AC: Los looks en las cenas de empresa pueden ser muy dispares pero, un look que nunca falla y, además, aporta un aire sofisticado y muy elegante, es tipo años 50’.
La mirada podría lucir muy despejada, en tonos de sombras muy suaves, y la fuerza se centraría en el eyeliner, negro por excelencia, muy estructurado y ligeramente ascendente.
Como mejor lucirá será intensificando las pestañas en negro, y tupiendo bastante su efecto. Lo ideal es acompañar este look con uno atrevido para el labio. El color más tradicional es el rojo, además, en su versión más intensa. Aun así, cada quien puede adaptarlo a su estilo, pudiendo optar por otros colores como el burdeos, el granate, el fucsia o el coral.
TI: ¿Cuáles crees que son los errores de maquillaje más comunes?
AC: A día de hoy, las técnicas de maquillaje se han convertido en algo muy accesible y, prácticamente, al alcance de todos: redes sociales, YouTube y hasta programas de TV dedicados íntegramente a ello. ¡Me siento mayor diciendo que nada de esto existía antes! (Risas) Me parece fascinante.
El caso es que, por lo que veo constantemente, la gente trata de aprender a maquillarse imitando a su más admirada celebrity, a su ídolo musical, al icono de moda… ¡Error! No soporto los maquillajes forzados y que, además, en la mayoría de los casos, se contradicen, y nada tienen que ver con el estilo propio de la persona.
Para que el maquillaje se convierta en un engranaje perfecto con el look global, debe adaptarse, sentirse cómodo, que fluya natural, dentro del estilo de cada uno. De esa manera, la belleza natural queda al descubierto, potenciando lo mejor. Esa es parte de la magia del maquillaje.
TI: Finalmente, ¿qué consejos les darías a los jóvenes que se adentran en el mundo del maquillaje profesional?
AC: De entrada decirles que se formen como es debido, que se esfuercen, que sean constantes, y que muchas veces habrá que hacer sacrificios, que cultiven la paciencia.
Les diría también que nunca es tarde para dedicarse a aquello en lo que siempre han soñado. Esta es una profesión muy, muy bonita y, a su vez, está repleta de sorpresas llenas de color.
Anabel Caballero realizando un maquillaje de fantasía
Por último, les diría que no busquen ser “una estrella”, sino un gran profesional. Que toquen, en todo momento, con los pies en el suelo. Las estrellas, a la larga, se apagan, y en cambio, los profesionales se quedan. Yo siempre tengo presente una frase, ya que creo en ella firmemente: “si las cosas salen del alma, nunca pueden salir mal”.
Anabel Caballero, durante la Gala de los Premios Gaudí 2016